
Despiden fiesta de Todos Santos con ofrenda en Tiataco. – José Rocha Los Tiempos
La comunidad de Tiataco (Arbieto) volvió a ser una tierra para el reencuentro con los antepasados y la culminación de la despedida a los difuntos con el mast’aku, una generosa ofrenda para las almas (ajayus); la wayllunk’a nativa, un columpio cuyo fin es alcanzar las canastas, tostados y dulces, que se cuelgan para compartir con mujeres y niños.
En la comunidad de Tiataco (Arbieto) se armó un mast’aku en un bosque de algarrobos, para recibir a las almas con alimentos, bebidas, flores, bizcochuelos, urpus (palomas), t’antawawas (niños de pan) y fruta.
El ritual, asociado al ciclo agrícola, también persigue que las almas intercedan por los vivos para que llueva. Por ello, no se escatima en construir un mast’aku que representa al cielo, la tierra y el inframundo.
Tanto en el mast’aku que se armó en los hogares como el que se representó en un cementerio resaltaron el sol y la luna, la escalera que el alma usa para bajar y subir al cielo; las flores, urpus, bizcochuelos y dulce al medio de la mesa; la serpiente, el sapo y la lagartija como los animales en conexión con el inframundo y que marcan el inicio de la lluvia.
Así los familiares de los difuntos representan los niveles de la existencia: Janaqpacha (el mundo de arriba o el cielo), el Kaypacha (mundo del medio o la tierra) y el Ukhupacha (mundo de abajo e inframundo).
Los rezos de los niños son vitales para ayudar al alma a llegar al cielo y que ésta interceda para lograr buenas cosechas.
En el medio del bosque de algarrobos de Tiataco, los comunarios instalaron una panadería para la elaboración de t’antawawas. La iniciativa convocó a una gran cantidad de visitantes que además de apreciar el mast’aku participaron en la elaboración de las t’antawawas y urpus con nuevas características como el color y formas circulares.
Después, de la celebración del mast’aku comenzó la fiesta de la wayllunk’a nativa, como parte de una expresión que festeja la vida, la solidaridad y la fertilidad de la tierra.
Con la despedida de los muertos comienza el “Aya Markay Killa” o mes de los difuntos, en el que se inicia la época de lluvias, con la esperanza de que los familiares difuntos interceda para obtener una buena siembra.
De esa manera, los difuntos siguen vigentes en el mundo de los vivos y tienen un rol protagónico en la obtención de una buena cosecha.
Ed. Impresa TRADICIONES | La población de Tiataco, en el valle alto, reavivó la costumbre de armar el mast’aku (una ofrenda a los muertos) en el hogar y los cementerios
Por Katiuska Vásquez – Los Tiempos