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T’antawawas, escaleras, llamas, ataudes, caballos, sol y luna y t’anta palomas no pueden faltar en una mesa. Ferias de panificadores preservan las costumbres.
Leny Chuquimia / La Paz
T’antawawas, escaleras y llamas son algunos de los panes que no deben faltar en la mesa de Todos Santos para recibir a las almas que, según reza la tradición, retornan cada primero de noviembre para estar con sus seres queridos. Ferias artesanales preservan el espíritu y muestran la renovación.
“Son 18 años que impulsamos la Feria de Todos Santos para mantener viva esta tradición que fomenta la unión familiar. Hemos visto que con el auge de Halloween se está perdiendo y ahora tenemos que poner más esfuerzo en recuperarla y preservarla para que las futuras generaciones conozcan nuestras tradiciones y las practiquen”, señaló el dirigente de la Federación de Panificadores Artesanales de La Paz, Dandy Mallea.
Los cambios en los panes
El pan es el elemento principal de la mesa. Con variadas formas, las masas simbolizan al difunto y a los seres y objetos que forman parte de su viaje después de la muerte. La escalera, la llama, la cruz, el sol y luna, el ataúd, la t’antawawa y el cóndor son los siete panes que no deben faltar en una mesa. Algunos se han perdido y otros con el paso del tiempo han cambiado.
“Por ejemplo, las llamitas se han cambiado por los caballos. Las llamas llevan la carga de las almitas. Van a avenir con bendiciones y se van a llevar todo lo que les vamos a preparar”, explicó una de las vendedoras de la Feria de Todos Santos de la Plaza Mayor.
Otra figura que fue modificada, pero que tampoco es muy solicitada, es la t’anta paloma que representa al Espíritu Santo. Esta sería una modificación del cóndor, el ser que transportaba a los ajayus a la morada de los achachilas en lo alto de las montañas y los nevados.
El pan con las formas de sol y luna superpuestas es uno de los elementos que se están perdiendo, según algunas feriantes. Casi siempre es remplazado o confundido con la corona. Sirve para que estos dos astros iluminen el camino de los viajeros durante el día y la noche.
Otro elemento importante es la escalera que sirve a las almas para bajar del Alaxpacha (el mundo de arriba) al Akapacha (el mundo terrenal). Para los niños, las hacen de dulce y dicen que es para que los angelitos (como se les dice a los difuntos en la infancia) suban al cielo.
“El ataúd tampoco puede faltar. Lo representamos con los bizcochuelos, pero a la vez también son la almohada en la que descansarán las almas en su largo viaje”, indicó Mallea.
Como una muestra del sincretismo religioso las cruces de pan representan los pecados del difunto cuando estaba vivo, además de la vida y la resurrección de Jesús. Pero también -dicen los feriantes- que es una representación de la Cruz del Sur, una constelación de gran importancia en la cosmovisión andina.
“El pan central es la t’antawawa. Es la que tiene la forma del difunto. Pueden ser hombres, mujeres, adultos mayores, jóvenes o bebés”, dijo Mallea.
De acuerdo a los años de la partida del difunto, las t’antawawas que lo representen deben ser de mayores dimensiones. Las caretitas que se usan para ponerles un rostro deben parecerse al finado en sus facciones.
La t’antawawa más grande
Como una forma de incentivar a la elaboración de estos panes la Federación de Panificadores Artesanales elaborará la t’antawawa más grande de La Paz. Como cada año, la meta es superar la longitud de la gestión pasada.
“El año pasado estábamos sobre los tres metros, esperamos superar esa medida. Estamos haciendo la planificación para ver qué panaderos serán los encargados de este año”, aseveró el dirigente del sector.
El pan será presentado en el atrio de San Francisco el 1 de noviembre durante el armado oficial de la mesa de Todos Santos de la Federación. Habrán resiris y varias sorpresas.
“Tenemos todas las masitas necesarias para que la gente pueda comprarlas. A diferencia de Halloween esta es una fiesta sin miedo ni terror, sino llena de unión familiar y alegría. Recibimos a nuestros seres queridos, compartimos con ellos y preparamos su plato favorito”, dijo.
En diferentes plazas de La Paz, las asociaciones de panificadores organizan ferias en las que ofertan al público una gran variedad de panes y masas horneadas, desde dulces hasta saladas.
Como cada año, cada asociación arma una mesa en honor a las almas de sus afiliados o personalidades paceñas que ya murieron. Para quienes deseen adquirir estos productos pueden acudir al atrio y la plaza Mayor de San Francisco y también al atrio de la iglesia la Merced.
Otros elementos
Según la tradición, el altar o mesa de difuntos debe estar lista al mediodía del 1 de noviembre. Debe permanecer armada por 24 horas.
Además del pan, para cumplir esta larga travesía son imprescindibles el agua y la coca. Por ello, en la mesa se colocan un montón de la hoja y el “tokoro”, que son cebollas en flor que tienen las cabezas huecas para guardar el agua como en un cántaro.
De acuerdo al gusto del difunto debe haber un plato de comida, una bebida, frutas y algunos manjares. Entre los ornamentos también se colocan cañas de azúcar, que dicen, sirven como bastones para las almas. Además se debe adornar con guirnaldas de colores hechas de polietileno, flores y velas.
La chicha morada para aliviar la sed
Para preparar esta bebida tradicional se precisa: seis libras de maíz morado (remojado en agua fría la noche anterior), una piña madura, una manzana, azúcar al gusto, 10 litros de agua, una rama de canela y 10 clavos de olor.
En una olla grande, hay que poner a hervir el maíz en bastante agua. En otra hacer hervir la piña cortada en rodajas -con todo y cáscara- junto con la canela, el clavo de olor y la manzana partida en trozos. El tiempo de cocción puede ser unos 45 minutos. Los tonos oscuros serán una muestra de que están listos.
Mezclar sólo el líquido y dejarlo enfriar. Poner azúcar al gusto antes de servir. Se puede aumentar el jugo de un limón.
Los más dulces bizcochuelos
Para una masa esponjosa se precisa 30 huevos, dos libras de harina blanca, una y media libra de azúcar, una copa de singani y una cuchara de polvo de hornear. También se deben preparar unas pequeñas cajitas de papel.
Lo primero batir las claras hasta que estén a punto nieve, de a poco aumentar las yemas. El azúcar y la harina -mezclada con el polvo de hornear- deben ser cernidos sobre los huevos con movimientos envolventes muy suaves, alternando con el singani.
Para la cocción se debe colocar porciones de la maza en las cajitas de papel. En un horno a temperatura regular la cocción será de unos 15 minutos, deben quedar dorados.
T’antawawas, las más importantes
Los ingredientes son: ocho tazas de harina blanca, una cucharada de levadura seca, tres cucharas de azúcar, media cuchara de sal, 120 gramos de manteca, un huevo, leche y agua lo necesario.
Para empezar, en una taza grande se debe colocar la levadura en agua tibia junto con el azúcar. Dejar reposar unos 20 minutos.
En otro recipiente poner la harina con la sal. La leche se debe echar en el centro de a poco, igual que la levadura y azúcar ya disueltos. Mezclar todos los ingredientes, incluyendo la manteca hasta formar una masa compacta. Dejar reposar una media hora y luego tomar porciones para darles forma. Hornear de 20 a 30 minutos.
Suspiros, último aliento de vida
Los suspiros son unas golosinas hechas de huevo que representan al último suspiro de vida antes de fallecer. Los ingredientes son pocos y su preparación muy sencilla.
Serán necesarias 8 claras de huevo, el jugo de medio limón y tres y media tazas de azúcar molida. Si desea darles color también se puede añadir colorantes comestibles.
Como primer paso se debe batir las claras a punto nieve. De forma lenta agregar el azúcar sin dejar de batir. Añadir el jugo de limón de forma que la mezcla no quede suelta.
Con una cuchara colocar pequeñas porciones en latas forradas con papel mantequilla. Meter al horno suave durante 45 minutos.
Maicillos en la mesa de difuntos
Necesita dos libras de harina de maíz blanco cernida, una cucharilla de polvo de hornear, una libra de azúcar molida, una libra de manteca, cuatro huevos y un sobre de canela molida.
El primer paso es tamizar la harina con el polvo de hornear. Luego se debe mezclar con el azúcar.
Colocar la manteca en los ingredientes secos y mezclar hasta que sea absorbida. Se forma una especie de pasta que debe ser distribuida en bolitas medianas.
Una vez acomodada en el molde se aplasta la masa por el centro y se le espolvorea canela molida. Después se hornea entre 15 y 20 minutos. De acuerdo al gusto, una vez cocidos, se les puede poner mermelada de frutas.